Bartolomé de las Casas y Bernal Díaz del Castillo

Este blog tiene la enorme suerte de contar con la participación de un profesor de la Universidad de la Laguna experto en el tema del Descubrimiento: Manuel Hernández. 
Para él todo el agradecimiento de la Tribu 2.0.
Nos ha elaborado estas dos semblanzas para poder entender la película un poco mejor.
Una , la del caballero instruido que navega buscando riqueza. La segunda, la de una persona humilde que decide cambiar de lugar para encontrar una vida mejor.
Ambos, nos han dejado sus escritos para dejar constancia de lo que vieron y vivieron.

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS
            Originario de Sevilla, ejemplifica como pocos el ambiente reinante en esa sociedad en formación que fue protagonizó la conquista y colonización de América. Hijo de un marino que participó en el segundo viaje de Colón, tras recibir alguna instrucción, marchó hacia América en 1503 como tantos otros emigrantes en busca de riqueza. Participó en la conquista de la Española y fue premiado con una encomienda en La Vega y trató de hacerse rico con la extracción de oro. Pero esos sueños eufóricos se vieron pronto frustrados. En Santo Domingo, ya ordenado presbítero oyó los célebres sermones del dominico fray Antonio de Montesinos sobre la despiadada explotación de los indios por parte de los colonizadores. Tras participar en la conquista de Cuba en 1514 como capellán, por lo que fue premiado con una encomienda, decidió en Sancti Spiritus renunciar a sus privilegios y decidirse a luchar contra ese régimen de opresión. Ingresado en la orden dominica, marchó a España con Montesinos para que la monarquía aboliese las encomiendas, pero fracasaron. Con la regencia del Cardenal Cisneros, tres padres jerónimos gobernaron Santo Domingo, designándole procurador y protector universal de todos los indios, pero la gestión de tales religiosos no contuvo su explotación. A partir de entonces su vida fue una batalla constante por realizar su utopía de una sociedad indígena en la que los americanos se integraran de forma pacífica en ese nuevo mundo y se les anunciase el evangelio con una conversión pacífica. Con la promulgación de las Leyes Nuevas en 1542, que suprimían la encomienda, parece que sus anhelos podían hacerse realidad. En ese año redactó su obra más famosa Breve relación de la destrucción de las Indias, en laque dedica n capítulo a los aborígenes canarios. Para poner en práctica sus sueños de redención de los amerindios, aceptó el báculo del obispado de Chiapas en 1543 para poner en práctica sus teorías aislacionistas. Pero la realidad de los hechos se impuso y los intereses de los conquistadores prevalecieron. De las Casas fue un hijo de su tiempo, que con valentía denunció la explotación sufrida por los indios, de la que él mismo había formado parte, que lucho toda su vida por mejorar su condición y por poder realizar su ideal de un mundo idílico en el que se convirtiesen de forma voluntaria a la nueva religión y que viviesen en un mundo armónico, sin contacto con los males y el afán de riqueza de los españoles, en una especie de Arcadia Prometida. Revivía de esa forma  la utopía del buen salvaje, que se frustró porque los intereses  aspiraciones de los conquistadores eran bien distintos y la Corona tuvo que dar marcha atrás, por lo que la encomienda y el tributo indígena se mantuvieron.   
BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO

La conquista del Imperio Azteca no se improvisó en un día, ni nació de hombres recién llegados al Continente, ni se planteó con tercios al estilo reinante en los conflictos bélicos europeos. Nació de hombres experimentados, forjados en ese laboratorio experimental de la conquista de Tierra firme que fueron las Antillas. Bernal Díaz del Castillo era un baquiano, un hombre que conoció el Nuevo Mundo con su experiencia directa en el mundo caribeño. Era un ejemplo más de esos emigrantes de origen humilde que cimentaron sus posibilidades de futuro en el hipotético porvenir que le ofrecía un Nuevo Mundo y que le negaba su tierra de origen. Nacido en Medina del Campo en 1496 en el seno de una familia humilde, se embarcó para América en la expedición de Pedrarías Dávila en 1514. Establecido en Cuba, donde, como tantos otros, vio frustrado de su deseo de tener indios a su servicio en una encomienda, antes de adentrarse con Cortés en la conquista de Nueva España, había avistado México dos ocasiones anteriores en las exploraciones de Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva. Tomó en parte en la conquista del Imperio Azteca, por lo que ya mayor, residiendo entonces en Guatemala, decidió relatarlas en su “Historia verdadera de la conquista de Nueva España”.
Fue un producto de la mentalidad de su tiempo, de unos conquistadores que cifraban sus expectativas de ennoblecimiento y enriquecimiento en su exigencia de mercedes y encomiendas para constituir una nueva clase dirigente indiano de señores con los indios como vasallos. Reclamó del Rey mercedes. En la Junta de Valladolid de 1550 defendió con denuedo las posiciones de su grupo, exigiendo la perpetuidad de la encomienda. Como partícipe de la conquista fue premiado con ellas en Chiapas y Tabasco. y alcanzó el rango de regidor de la ciudad de Santiago de Guatemala.
Su obra se puede decir que es un relato colectivo de la conquista desde la perspectiva de sus protagonistas del bando vencedor, escrita cuando contaba con la edad de 84 años. Aunque expresa en ella el origen de las informaciones en que se fundamenta, es antes que nada una obra justificativa del papel desempeñado por los conquistadores y exaltadora de sus virtudes como auténticos vectores de la victoria sobre el Imperio Azteca. Trató de reivindicar su papel colectivo frente a la exaltación desmedida de los méritos de Hernán Cortes. Es, pues, un cronista de su tiempo, que narró con maestría los puntos de vista de los colonizadores  y bebió del ambiente de frontera en que se formó y que aspiró como sus coterráneos españoles a convertirse en un noble privilegiado con un señorío en el Nuevo Mundo y con los indios como sus siervos de la gleba.
Profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna